Lunes, uf!, no sé, después de un fin de semana "largo" (entre comillas porque he sido una más de los trabajadores afectados por algo que se denomina puente cuando en realidad he de pringar a mitad de "minivacaciones"), volver al trabajo se hace difícil, aunque el día esté lleno de un sol que deslumbra y un cielo azul azul.
He vivido un fin de semana de "excesos"(también entre comillas porque habría que definir correctamente la palabra para que adquiera el significado correcto, es decir, el significado que quiero darle yo), excesos traducidos en un reencuentro el miércoles, en efímeros días que transcurrieron veloces, implacables, como siempre sucede cuando todo está bien, cuando lo pasas bien y sólo te preocupas de la siguiente sonrisa que asomará en los labios de nuestros acompañantes.
Pues Espe, nuestra Esperancita, llegó el miércoles con una vitalidad propia de las tigresas, por lo que Nùria y yo hicimos acopio de valor por lo que nos venía encima, y es que cuando ella llega, viene un cliclón, il ciclone italiano, pero ha estado genial volver a tenerla con nosotros.
Siempre pienso que cuando nos reunimos todas, las siete magníficas, creamos una nueva ilusión, como las ilusiones creadas con aquel año, con sus recuerdos, sus vivencias, sus momentos, sus lloros y sus risas, sus descubrimientos, sus viajes,... fue nuestro año, y gracias a todas esas horas compartidas, ahora compartimos más que recuerdos, más que estaciones y aeropuertos, más que horas de vuelo, ahora compartimos algo mucho más valioso: amistad.
1 comentario:
Los amigos, la alegría de sentirse arropado por la gente que apreciamos... todo ello hace que los sufrimientos de la semana, principalmente laborales, sean anécdotas del día a día, anécdotas que te hacen ver que lo importante está en otro lugar... por lo menos así lo siento.
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