domingo, 4 de noviembre de 2007

Vuela libre

La frontera entre la vida y la muerte es apenas una línea de humo que la menor brisa puede borrar.
Leyendo un artículo pude apreciar lo difícil que es separarse de las personas que amamos, hasta tal punto es ese afán de conservación que los seres humanos tenemos, que no dejamos que se vayan, que no dejamos que vuelen, somos tan dependientes que no queremos estar solos, tenemos miedo de lo que hay más allá de nuestra nariz (aquí también me incluyo, como todos y cada uno de nosotros, aunque no lo queramos admitir).
Si los hombres tememos la muerte, ¿cómo vamos a dejar que otra persona, la persona que queremos, decida abandonarnos voluntariamente? Somos incapaces de aceptar que exista gente que no desee vivir, que haya gente que busque más allá del mundo visible en el que viven atrapados.
Nosotros, seres que buscamos las respuestas en una religión (digo una porque hay tantas como creencias), seres supersticiosos que nos basamos en teorías religiosas infundadas, en fanatismos incluso, somos irracionales, no aceptamos las decisiones, que creemos incorrectas, que no compartimos. Por ser como somos, por pensar como lo hacemos, no podemos dejar que alguien se vaya, que alguien viva en nuestro recuerdo, preferimos que viva muriendo, que viva sin vivir, y no aceptamos la culpa, la vida sin vida que obligamos a vivir.
Miramos sin ver porque estamos ciegos.
Dejar que se vayan... ¡imposible! Nos ocultamos en la burbuja de cristal en la que crecimos, somos incapaces de aceptar aquello que está fuera de lo normal, y nos escudamos en la educación que recibimos, en lo que nos enseñaron, vivimos de los valores en los que nos empapamos: "Dios no te lo perdonará", "es pecado", "Él no lo querría así"...
"Si Dios existe, lo que yo sinceramente no creo, sabrá que el entendimiento del hombre tiene un límite. Fue Él quien creó este caos, donde reinan la miseria, la injusticia, la codicia, la soledad. Su intención debe haber sido excelente, pero los resultados son nefastos. Si Dios existe, Él será generoso con las criaturas que deseen alejarse más pronto de esta Tierra, y puede ser que hasta llegue a pedir disculpas por habernos obligado a pasar por aquí."
¿Por qué no dejarlos ir entonces? ¿Por qué retenerlos? ¿Por qué no ver deseo en su decisión? ¿Por qué no respetarlos? ¿Por qué no darles la libertad que tanto quieren?
Dejemos que vuelen libres... que sus sueños no sean sueños.

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