jueves, 8 de noviembre de 2007

Preguntas y preguntas

¿Cuándo sabemos que ha llegado el final de algo, de una etapa, de un amor, de una época? ¿Cómo podemos saber si es el momento, si hemos llegado al final del camino? ¿Lo sabemos o actuamos por instinto cuando creemos que estamos en el momento perfecto para el fin?
Siempre hay que saber cuando una etapa llega a su fin, cerrando ciclos, cerrando puertas, terminando capítulos,... no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado, pero ¿se han acabado? ¿queremos de que se acaben? ¿estamos preparados para que se acaben? ¿tenemos miedo de que se acaben?
Dicen que los miedos son triviales, se superan, y que, casualmente, ésto se hace justo en el momento en que uno se quiere enfrentar a ellos. Sin embargo, creo que el gran problema radica en cuando éstos ya se hacen y se convierten en condena, en ese momento ya sólo sabes que te has equivocado.
Y errar es humano, equivocarse también y arrepentirse mucho más, pero no damos el paso porque nos conformamos con esa media felicidad, no aspiramos a ser felices, nos conformamos porque tenemos miedo de ser infelices, de que no exista el día en que al despertarnos una mañana pensemos que no necesitamos nada más, que lo tenemos todo y que todo lo que tenemos es lo que queremos.
¿Por qué somos infelices? Esta pregunta trae consigo el virus de la destrucción de todo. Si nos preguntamos eso, queremos descubrir lo que nos hace felices, y si lo que nos hace felices es diferente de aquello que estamos viviendo, o cambiamos de una vez o seremos más infelices todavía.
Sin embargo, todas las preguntas que nos hacemos (sobre felicidad e infelicidad, sobre miedos, equivocaciones y errores) son las normales, las que cualquier ser humano en su sano juicio se haría, porque, en el fondo, todos somos iguales, y tenemos miedo, ese miedo innato a perder el tiempo, a creer que todo lo que hacemos podríamos hacerlo mejor; porque somos así, porque si existen dos caminos y, después de darle mil vueltas, escogemos uno, al minuto ya nos arrepentimos de haber elegido uno y no el otro.
Y, aún así, a pesar del tiempo, de las personas y de las creencias, por muchos años que vayamos sumando en nuestro debe, nunca cambiaremos, y, ¿por qué? porque no queremos y porque la felicidad completa y eterna sería muy aburrida.

1 comentario:

AlBeRt dijo...

¿Existen respuestas? Y ahí queda esa pregunta...Es lo que tiene la vida, bifurcaciones, decisiones, pero, no es malo, de hecho es precisamente lo que nos hace libres. Un beso guapa!