- ¿Todo dobro? - le preguntó, haciendo un gesto con la mano hacia el suelo para referirse a los niños -. ¿...Nema problema?
El croata negaba con la cabeza. Cuando Barlés se acercó a la escalera oyó a los críos llorar abajo. Márquez apareció en la puerta, con Jadranka; había entrado filmando, en travelling, por si encontraba dentro algo que mereciera la pena. Barlés hizo un gesto negativo. Lo único a filmar era el sótano, pero el flash estaba en el Nissan. De todos modos, aquel sótano ya lo habían filmado cien veces en cien lugares distintos, y también era siempre el mismo, con las casas en llamas y los muertos que se parecían a Sexsymbol: una madre acurrucada en un rincón, estrechando a dos críos aterrorizados. Una anciana medio inválida con la mirada ausente, absorta en las aguas negras de su pasado, más allá del bien y del mal. Y un hombre con esa tonalidad grasienta, gris, que el miedo da a la piel. Un hombre hu,illado, confuso, incapaz de hacer nada por los suyos. No merecía la pena ir hasta el Nissan, por el flash, para grabar otra vez aquello.
- No merece la pena - le dijo a Márquez.
El cámara se encogió de hombros y salió al patio de la granja. Jadranka hablaba con el hombre en serbo-croata, y éste asentía con aire perplejo, retorciéndose las manos. El cielo sobre la cabeza, pensó Barlés. Nos pasamos la vida creyendo que nuestros esfuerzos, nuestro trabajo, lo que conseguimos a cambio de todo eso, son definitivos, estables. Creemos que van a durar; que nosotros vamos a durar. Y un día el cielo nos cae sobre la cabeza. Nada es tan frágil como lo que tienes, se dijo. Y lo más frágil que tienes es la vida.
El croata negaba con la cabeza. Cuando Barlés se acercó a la escalera oyó a los críos llorar abajo. Márquez apareció en la puerta, con Jadranka; había entrado filmando, en travelling, por si encontraba dentro algo que mereciera la pena. Barlés hizo un gesto negativo. Lo único a filmar era el sótano, pero el flash estaba en el Nissan. De todos modos, aquel sótano ya lo habían filmado cien veces en cien lugares distintos, y también era siempre el mismo, con las casas en llamas y los muertos que se parecían a Sexsymbol: una madre acurrucada en un rincón, estrechando a dos críos aterrorizados. Una anciana medio inválida con la mirada ausente, absorta en las aguas negras de su pasado, más allá del bien y del mal. Y un hombre con esa tonalidad grasienta, gris, que el miedo da a la piel. Un hombre hu,illado, confuso, incapaz de hacer nada por los suyos. No merecía la pena ir hasta el Nissan, por el flash, para grabar otra vez aquello.
- No merece la pena - le dijo a Márquez.
El cámara se encogió de hombros y salió al patio de la granja. Jadranka hablaba con el hombre en serbo-croata, y éste asentía con aire perplejo, retorciéndose las manos. El cielo sobre la cabeza, pensó Barlés. Nos pasamos la vida creyendo que nuestros esfuerzos, nuestro trabajo, lo que conseguimos a cambio de todo eso, son definitivos, estables. Creemos que van a durar; que nosotros vamos a durar. Y un día el cielo nos cae sobre la cabeza. Nada es tan frágil como lo que tienes, se dijo. Y lo más frágil que tienes es la vida.
2 comentarios:
... y debemos cuidarla, pues es uúnica e irrepetible.
¿Es tuyo el texto? Tremendo.
Bicos y ánimos
Esta semana me he leído un libro que me ha impactado sobremanera, es de Pérez-Reverte, se titula "Territorio comanche", y es de donde extraje el texto, es perfecto, verdad?... único e irrepetible!
Mil besos para tí y Amelie.
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