domingo, 5 de octubre de 2008

Los caminos

El otoño ya llega, y haciendo honor a su presencia, las hojas de los árboles recorren las calles deslizándose como si una mano invisible las empujase, transportándolas de un sitio a otro para recordarnos que ya no es tiempo de calor, que los días menguan y que el sol es un compañero caro de viaje.
He hecho reformas en mi cuarto (pocas, pero eficientes): he cambiado de sitio muebles, he arreglado los estores y he comprado un elemento fundamental para acondicionarlo como se merece, pinturas.
Ahora parece más pequeño, pero me gusta (a mi hermano y a mi cuñada también les ha gustado el cambio); creo que he encontrado el equilibrio, aunque seguro que los maestros del feng-shui no opinan lo mismo.
Este fin de semana me he dedicado a no hacer nada, o, por lo menos, intentarlo. Ha sido agradable ver a mi cuñada y compartir secretillos con ella, porque, entre unas cosas y otras, hacía tiempo que no nos poníamos al día. La verdad es que es una persona que me proporciona tranquilidad y sus consejos los tengo en consideración (aunque hay veces que se equivocan, supongo que es porque, en realidad, quien te conocer realmente eres tú mismo).
Pues sí, resulta que ayer estaban de aniversario, cinco años ya, y parce que fue ayer cuando la vi por primera vez... la verdad es que todo ha cambiado mucho en estos últimos años, aunque, sin ir tan lejos, en estos últimos tiempos.
Ayer, después de dejar a Sabi en el portal de su casa (es que siempre me acompaña a mi, y creí que ayer debía hacer un bonito acto de amistad dejándola en su casa, la pobre siempre se preocupa de todo el mundo menos de ella misma), encendí un cigarrillo y me fui paseando por Paseo de Gracia hasta Gran Vía; estaban las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, sin abrir claro, y me pareció increíble que hubiese pasado un año desde la última vez que estuvo en Barcelona (o tal vez la confundo con otra feria que haya venido). Me pareció increíble porque parece que el tiempo corre y yo me quedo atrás, que voy a destiempo y no llego a cogerle la mano con fuerza para que no me deje aquí.
Voy un poco perdida últimamente (para variar), todo se me queda grande y parece que no asimilo los días, ni los momentos; noto que me falta algo que no sé qué es o que he perdido algo que no encuentro, es como una sensación de vacío bajo mis pies, como si buscase algo; y entonces el miedo hace mella en mi y echo el freno, da igual la velocidad a la que vaya y las consecuencias que ocasione, tiro de la palanca y ya está.
Tal vez sea eso lo que me define, que cuando encuentro el camino, ando y ando, y empiezo a ver como la maleza asedia la vía y en vez de apartarla con uñas y dientes, me bloqueo, paro y lloro, y corro hacia atrás. No debo hacer eso, no quiero hacerlo, pero no puedo evitarlo.
Y después, ya a salvo, veo el camino y me doy cuenta de que la maleza que veía no era más que el miedo, mis miedos, pasados y futuros, y lloro con más rabia por ser así de tonta, por desviarme el camino que quería, por abandonar mis ilusiones.
Sólo espero que algún día encuentre el camino a recorrer sin miedo, y que cuando vea mis miedos avanzar los aparte de mis pasos y se queden en la cuneta, para que nunca más vengan a asustarme.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraño como un pato en el Manzanares,
torpe como un suicida sin vocación,
absurdo como un belga por soleares;
vacío como una isla sin Robinsón,
Oscuro como un túnel sin tren expreso,
negro como los ángeles de Machín,
febril como la carta de amor de un preso...,
así estoy yo, así estoy yo sin tí.

Perdido como un quinto en día de permiso,
como un santo sin paraíso,
como el ojo del maniquí;

huraño como un dandy con lamparones,
como un barco sin polizones...,
así estoy yo sin tí.

Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo sin tí.

Vencido como un viejo que pierde al tute,
lascivo como el beso del coronel,
furtivo como el Lute cuando era el Lute,
inquieto como un párroco en un burdel.

Errante como un taxi por el desierto,
quemado como el cielo de Chernobil,
solo como un poeta en el aeropuerto...,
así estoy yo sin tí.

Inútil como un sello por triplicado
como el semen de los ahorcados,
como el libro del porvenir,

Violento como un niño sin cumpleaños,
como el perfume del desengaño...,
así estoy yo sin tí.
Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo sin tí.

Amargo como el vino del exiliado,
como el domingo del jubilado,
como una boda por lo civil;
macabro como el vientre de los misiles,
como un pájaro en un desfile...,
así estoy yo sin tí.

Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo sin tí.

Por cierto, con retraso pero, Feliz Cumpleaños.

AlBeRt dijo...

Felicidades Galega!, si que corre el tiempo si. Parece que fué ayer cuando nos conocimos y ya hace una añito, vaya tela!! besos desde pallejà.

Yria dijo...

Gracias.

Anónimo dijo...

la vida nunca es fácil, sólo que a veces somos tan felices que pensamos que es fácil pero confundimos términos. Los caminos los vamos eligiendo nosotros mismos y no siempre volver es tirar la toalla o rendirse, a veces uno es el más valiente del mundo al decidir volver a casa. Tengo dos amigas en Barcelona, bastante perdidas, con frío y tristeza... en este momento de mi vida sólo puedo ofrecer ayuda desde mi cuartel general, no puedo salir de aqui porque mi comandante en jefe puede aparecer en cualquier momento... siempre contamos contigo para cenar, sólo es poner un plato más a la mesa. En este momento ojalá pudiese volar a Barcelona y daros achuchones... como no puedo, os insto a que volvais, para teneros cerca cuando Mateo asome la cabeza. Besos